Los Dragones han sido seres con la más alta estima desde los arcáicos tiempos del gran continente Atlante, y, dada su fuerza y tamaño, catalogados bajo el más supersticioso temor. Los Instructores de las emergentes razas de la Humanidad se llamaron a sí mismos Dragones, adoptaron al Dragón occidental como emblema de su soberanía sobre los elementos de la naturaleza y de su sujeción al culto solar. Los que seguían el camino lunar adoptaron a la serpiente como su símbolo. Mientras, Oriente manejaba a sus dragones con mucho más respeto, a pesar de ser más antiguos. En realidad, la serpiente y el dragón siempre han sido uno, ya que ella termina adquiriendo alas al sublimarse, y entonces se convierte en el dragón alado, y éste devendrá en el Ouroboros, el dragón que muerde su propia cola, símbolo del Infinito.
HISTORIA
Desde tiempos inmemoriales los Dragones han estado en la mente de los hombres. La palabra dragón proviene del griego Derkomai: “El de aguda mirada.” Los romanos latinizaron y lo tradujeron a Drako: “Serpiente gigante.”
Los dragones son guardianes de grandes tesoros, mas el tesoro más grande que guardan es el del conocimiento y la sabiduría. Son seres que han estado presentes desde el comienzo de las eras de la humanidad y mucho antes.
Pero, a pesar del tiempo que ha transcurrido desde entonces, el término sigue vigente para los practicantes de Alquimia, ya que dentro de los arquetipos que estudia este Arte se encuentra el Dragón, que es el Guardián de la Sabiduría más elevada, el custodio de las puertas entre los mundos y el que sobrepasa en poder a cualquier otra criatura sobre la Tierra, estando a la par de los hombres Iluminados. De ahí que en las historias mitológicas del Vajrayana del Budismo, los Sabios se conviertan en Dragones, como Kuan Yin, por ejemplo, y que en el Taoísmo (alquimia china) los Ocho Inmortales viajen en una barca que en la proa tiene la imagen de un Dragón que sujeta una Joya Flamígera entre sus quijadas. En el medio-oriente sabemos que antes de entrar en el otro mundo, los iniciados egipcios tenían que ser tragados por un Dragón, que era como un Portal para poder cruzar. Pero no sólo en esos pueblos lejanos han tenido constancia de la aparición del legendario Dragón: En occidente, también vemos narraciones que relatan simbólicamente el desarrollo del Mito del Héroe, donde éste tiene que vencer al Dragón para hacerse dueño de su tesoro. Y esto es porque el Dragón es el legendario custodio del Grial, de la Copa del Mundo donde el Demiurgo mezcló los elementos en un principio. Y según las crónicas más antiguas, que ya eran viejas desde que se hundió Atlantis, pero que nos han llegado por tradición oral, el Demiurgo designó a los Instructores como custodios de la Sabiduría porque, simbólicamente, antes de guardar el Grial, ellos lo habían poseído.
En muchos mitos de la Creación del mundo, se describe a los Dragones formando parte importante durante la Creación, y en muchas crónicas antiguas se dice que el dios padre del panteón de dioses del pueblo en cuestión, usó la piel de un Dragón para crear el mundo. Estos mitos son una forma distorsionada de las antiguas verdades, pero si se toman simbólicamente, se accederá al conocimiento milenario de los Guardianes de Sabiduría, de los Hermanos mayores de la Tercera y la Cuarta raza raíz, según los denominó H. P. Blavatsky. En un libro muy antiguo, el Libro de los Días, se relata que al principio del tiempo, el Demiurgo (el Primer Inmortal creado, el Elohim de la Octava Esfera y hermano mayor de los otros siete) emergió del Caos y habiendo visto los arquetipos perfectos de todo lo que sería, contenidos dentro del Absoluto, los proyectó por medio de su Mente, y así revistiéndolos de su propia substancia (Alma), hizo manifiesto lo inmanifiesto y lo invisible se hizo visible. De aquí que en los mitos más actuales se diga que el mundo fue creado por el más poderoso dios a partir de la piel de un Dragón. Y esto último era porque Sammael era representado como un Dragón por los Antiguos Señores del Secreto del Caos que custodiaban el conocimiento velado para los atlantes. Para los Señores del Secreto del Fuego también era el Dragón un símbolo de aquello a lo que aspiraban. Pero con la conmoción del continente después de que algunos de estos Guardianes perdieron su equilibrio por tratar de controlar el conocimiento vedado, el recuerdo permanece latente en la humanidad. ¿Y por qué en occidente se le tiene ese temor al Dragón en la actualidad? ¿Por qué para la institución religiosa se convirtió en la representación del pecado? Porque muchos de los que habían adoptado ese “escudo de armas” en la antigua Atlantis fueron los que provocaron el hundimiento del continente, y muchos de los que ahora temen al Dragón sufrieron los desastres que conmocionaron al antiguo continente y murieron ahí. Inconscientemente la gente le teme al dragón porque al verlo, aflora a su conciencia la memoria casi olvidada de un pasado que fue devastador para muchos, puesto que las heridas que esa catástrofe causó en su psique todavía no están del todo curadas. Pero otros están fascinados por el Dragón y su imponente presencia. Y esto se comprueba si miramos hacia las costumbres de los pueblos de oriente, donde la Sabiduría sempiterna no ha sido tan perseguida como aquí en occidente.
EL DRAGÓN EN ALQUIMIA.
Como arquetipo, el Dragón está relacionado a los cinco elementos principales que rigen metafísicamente sobre las manifestaciones materiales presentes en la naturaleza. Él mismo está conformado por los cinco elementos. El cuerpo de reptil representa su unión con la Tierra; las escamas, semejantes a las de un pez, representan su poder sobre el Agua; sus alas dan testimonio de que está en estrecha unión y en cercano y sutil contacto con el Aire; su aliento de Fuego nos anuncia que es dueño, guardián y señor de este elemento en todas sus manifestaciones; y el Dragón mismo es la representación del Éter Universal que sostiene y vivifica todas las manifestaciones. En lo externo el dragón es esta quintaesencia, pero en lo interno es la Primera Materia en la que el éter está contenido; esa Prima Mater (madre primigenia) de la que han surgido todas las formas materiales y substanciales visibles o invisibles para la vista común.
Por lo anterior, los Alquimistas representan a la Primera Materia bajo la forma de un Dragón, rodeado de un aura de Caos. Dicen que él es el Mercurio que empieza siendo la Primera Materia, evoluciona en el Lapis y termina siendo la Lapis Philosophorum (Piedra Filosofal).
También en otros casos, como se ve en las llamadas “Visualizaciones Alquímicas del Dragón”, este Guardián del Secreto primigenio es símbolo del Fuego Secreto, que es como se le denomina al Kundalini en Alquimia. Así, el Fuego del dragón tiene que destruir para regenerar posteriormente; acabar con lo viejo para hacerlo surgir nuevo y renovado: reconstruir el Templo a partir de sus propias cenizas, según se dice simbólicamente cuando se trata de la gradual espiritualización del cuerpo físico por medio del despertar del fuego de kundalini.
En antiguas leyendas se narra sobre el Dragón que quería alcanzar la más brillante de las estrellas, que es Polaris, (variante occidental) o del Dragón como custodio de la Perla del Gran Precio, que es la Piedra Filosofal (variante oriental del mito). Ambos mitos conducen a lo mismo que aquellos de los que hablamos antes. El fuego del Dragón debe elevarse cruzando a través de los siete chakras hasta llegar al séptimo, donde confeccionará la Piedra de los Sabios fundiendo la glándula pineal y transmutando sus partículas de plomo en partículas áureas. Es este cristal cónico que resulta del procedimiento, el que da la Aureola a los santos, según se les representa en la iconografía cristiana. Y conforme el Fuego del dragón asciende a través de los siete centros energéticos, que son las estrellas internas, espiritualiza gradualmente el cuerpo físico, reconstruyéndolo a imagen y semejanza de su arquetipo etérico.
El Ouroboros.
El Dragón que muerde su propia cola es símbolo del eterno ciclo que se verifica en todas las esferas del ser, y mucho más en la naturaleza. Esta imagen pictórica nos comunica: “Todo parte del Uno y vuelve al Uno, para el Uno, por el Uno y en el Uno”. Entonces, es representación de la inmovilidad perfecta y del movimiento perfecto que se eleva al Infinito, donde se asientan el principio del fin y el fin del principio. El Ouroboros es el vínculo de unión entre lo interno y lo externo en el Alma del Alquimista, y una forma de representar el tránsito del Kronos (tiempo lineal-secuencial) al Kairós (tiempo en espiral). De ahí que se diga que Kairós es un genio escurridizo que sólo puede atraparse si el que lo intenta se reviste con las alas de los inmortales que entonan cánticos al Creador con aliento de Fuego (los Dragones Divinos de Sabiduría, los Serafines-- por cierto, Serafín significa “serpiente que quema”). Por ello, en las imágenes ahora desaparecidas de Sammael, muchas veces se le representaba como un Dragón que en una mano sostenía el Pergamino que contenía los jeroglíficos de los patrones del Caos, y en otra una botella, parecida a un mundo en miniatura, con un genio alado atrapado en su interior. Éste era la Oportunidad, la representación de Kairós. Y todo esto nos lleva al principio, que es el final, el Azoth, el Alfa y la Omega: la Piedra Filosofal, porque el Dragón que puede darse muerte a sí mismo y regenerarse a sí mismo es Inmortal, y un símbolo viviente de la Piedra, puesto que al igual que él, ella se autoengendra y se autodestruye para recrearse más perfecta todavía. El Ouroboros es el Aion, el Eón, la Eternidad, el Eterno Ahora sublimado y exaltado hasta su punto más elevado. Es la Fuente de la que todo procede, y a la que Todo debe volver; el “En to pan” de los antiguos, el Uno-en-Todo y el Todo-en-Uno.
LOS PODERES DEL DRAGÓN.
El Dragón, conformado por los cinco elementos, es Señor de ellos y de todas sus manifestaciones en todos los mundos. Y su Poder se extiende a conocer el Secreto de la manipulación de la Raíz de sus principios: la Materia Prima. Y para manipularla hay que ser capaz de verla, pero verla es adentrarse en la Nada, en el mismo vacío manifiesto. Por ello, quien logra ver la Primera Materia con la visión de sus ojos físicos, ha adquirido la llamada y legendaria Visión del Dragón. Aquí traemos de nuevo el significado de la palabra Dragón en griego: “el de la vista aguda o penetrante”. El Dragón, siendo señor de las manifestaciones, se remonta a su substancia primigenia, y de ésta hasta sus esencias. Quien posee la vista del Dragón puede ver más allá de las apariencias y contemplar la Luz de la Verdad que se oculta detrás de ellas. Puede ver la Luz del Espíritu (aquí me refiero al Éter) que brilla en la Obscuridad y las tinieblas de la Materia. “Toda manifestación es un Templo Luminoso de Dios”, han dicho los Alquimistas, y aquí tenemos el porqué de ese enunciado.
El Poder de invisibilidad (logrado en todos los niveles dimensionales) que ha hecho famosos a muchos Alquimistas a lo largo del tiempo, sólo es de efectos nulos cuando es contemplado por otro Alquimista que ha llegado a conseguir este Poder.
Otro de los poderes clásicos del Dragón es la capacidad de metamorfosearse y adquirir las más variadas y disímiles formas. Esta capacidad también se le atribuye al Mercurio de los Filósofos, por su cualidad mutable y algo inestable cuando no ha sido preparado adecuadamente. Esta facultad sólo se refiere a actuar sobre la contraparte etérica de los objetos que son visibles para nuestra vista. Así, quien logra influir sobre su propio cuerpo etérico, indirectamente lo hará sobre el físico. Si alguien cambia la forma de su cuerpo etérico, su cuerpo físico adaptará la forma fijada. He aquí el secreto de la transformación de los Adeptos de Alquimia.
El poder sobre el Fuego en todas sus manifestaciones es otra de las facultades propias del dragón, que le permite al practicante dominar las fuerzas naturales y energías elementales, así como alterar la realidad en todos los niveles del ser, en todos los mundos y dimensiones. Es uno de los más codiciados por los Adeptos. La misma palabra Alquimia, en su etimología, quiere decir: “Dominio del Fuego”. Y aquí entran los Cinco Fuegos de los que han hablado los Adeptos.
La Sabiduría más elevada, la sobrenatural, es uno de los Poderes del Dragón que el practicante comienza a adquirir desde sus primeros pasos en la Gran Obra. Pero sólo al finalizarla se perfecciona, y entonces el Alquimista se hace digno merecedor de ser premiado con la Perla de la Sabiduría que le otorga el tesoro de la Sabiduría, ya que desde la antigüedad se sabe que el oro está asociado a la Sabiduría.
El Don de la Palabra comprende desde el habla elocuente, hasta el desarrollo del Poder Activo y creador del Verbo (la Palabra Divina que crea la Luz y por medio de ésta trae las manifestaciones a la existencia), hasta el comprender el Lenguaje del Dragón, también llamado Lengua Verde, el “lenguaje de los pájaros, de los dioses o de las serpientes”. Este es el Lenguaje de la Creación que ha sido olvidado, y que sólo las Almas comprenden todavía, aunque muchas no lo recordarán hasta que despierten siendo una Unidad con la Gran Alma del Mundo.
Por eso, la próxima vez que observen la Imagen de un Dragón occidental, piensen que los Custodios de la Sabiduría, Guardianes de las Puertas entre los Mundos y Señores de la Creación, usaron ese símbolo una vez para mostrarse ante los hombres…y que, a pesar del paso del tiempo, siguen usándolo porque, al igual que su Sabiduría, es un símbolo que no dejará de existir mientras la Creación permanezca.
Por último, recuerden siempre que, Thoth Hermes, el Dragón de Al-khem, Hijo del Sol Nocturno, ha dicho en sus “Tablas de Esmeralda”: "Sabiduría es Poder, y Poder es Sabiduría; uno con otro perfeccionan el Todo.”
~DarkAlchemist (Joannes Faustus)
“Una verdadera iniciación nunca termina.”
~Robert Anton Wilson