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Régine Pernoud en su estudio “La mujer en tiempo de las Cruzadas” describe varios casos, las esposas de los normandos de Sicilia o el Margrave Ida de Austria, que en en 1101 tomará las armas y partirá junto al duque Wolfe de Baviera hacia Palestina, como refleja . En el mismo texto, se expresa que aunque la mayoría de las mujeres realizan labores de apoyo, proporcionando agua, curando a los heridos o animándoles en el combate y en la defensa como cuenta el Anónimo de la Primera Cruzada, también encontramos en las crónicas, relatos de hazañas militares realizadas por mujeres como el ocurrido en el sidio de Acre en 1191. En el que una arquera no dejó de lanzar flechas mortales, que alcanzaron a numerosos sarracenos, y no cesó de disparar hasta que fue abatida por los musulmanes y su arco llevado al sultán Saladino. Del mismo modo encontramos a una defensora en el castillo de Burzey, que dirigiendo su manganel dejo fuera de combate a los operarios de las balistas que asediaban la fortaleza. Las mujeres aparecen tanto defendiendo como atacando una fortaleza en las ilustraciones de una Historia universal realizada en San Juan de Acre en 1285. Como último botón señalar a Margarita de Provenza, esposa de San Luis, que le acompaña en su viaje a Tierra Santa, en lo que se conocerá como octava Cruzada. Como curiosidad Pernoud apunta que la reina se hace acompañar no de un médico, o un “mire” como se le denominaba en aquella época, sino por una “miresse ”, porque aunque nos resulte poco conocido, parece que en aquella época había un número importante de mujeres que ejercen el arte de la medicina, tantas como para que exista un término que las defina, vocablo femenino para las “mujeres medicos”. Siguiendo a esta investigadora, sabemos que el 6 de junio de 1249 los francos desembarcan en Egipto, y los cruzados toman Damieta tras ser abandonada por las fuerzas musulmanas. San Luis se pone en marcha hacia El Cairo, dejando a su mujer Margarita la custodia de la ciudad de Damieta, estando embarazada. Con ella quedaron las demás mujeres que viajaban en la expedición. Tras una serie de contratiempos y bloqueos las fuerzas del rey Luis IX son vencidos, los supervivientes se rinden, y el mismo rey es hecho prisionero en abril de 1250. Margarita por aquellas fechas había dado a luz a un hijo, que llamaría Juan y apodado “Tristan” por el gran pesar de la época en la que nació. Damieta era la moneda de cambio para liberar el rey francés, pero las escuadras italianas que permanecían en la ciudad estaban dipuestas a abandonar la ciudad viendo que la suerte se les presentaba adversa. Margarita aún en su lecho dispuso todas las medidas a su alcance, sufragando todos los gastos con el fin de poder mantener la ciudad de Damieta hasta negociar su devolución al Sultán a cambio de la vida de su marido y del resto de cautivos. Pero no solo de la valentía de las mujeres hablan los textos, también de su inteligencia, relata Maurice Keen que Conrado III en el asedio de Weinsberg en 1141, intento hacer prisioneros a sus defensores, pero aceptó que las mujeres saliensen de la ciudad sin daño para ellas con todo lo que pudiesen cargar encima suyo. Ante este ofrecimiento, ellas decidieron salir a cuestas con sus hombres. Para terminar acudimos a un último ejemplo mas cercano a nosotros, hablamos de Jimena, la viuda del Cid. y Señora de Valencia desde la muerte de su esposo el 10 de julio de 1099, según hace constar Martínez Diez en su estudio “El Cid histórico”. Al final del verano de 1101 los almorávides del emir Mazdali procedieron a sitiar la ciudad, las fuerzas cristianas bajo el mando de doña Jimena resisten los asaltos. En marzo la Señora de Valencia envía al rey Alfonso VI una embajada presidida por el obispo don Jerónimo, solicitando auxilio. Siete meses aguantó doña Jimena sola, los embites de los almorávides, hasta que llegaron las fuerzas de refuerzo con el propio rey al frente. Los almorávides levantaron el asedio pero se instalaron en Cullera. Informado de la situación y viendo la dificultad de poder defender por largo tiempo una ciudad tan alejada de las bases cristianas, en mayo de 1102 el rey castellano tomó la decisión de abandonar la ciudad y ordenar la retirada hacia Castilla. Algunos estudiosos opinan que el papel activo de doña Jimena liderando las tropas que defendían el principado de Valencia, pudo ser el origen del relato recogido en un romance de la victoria del Cid después de muerto, como homenaje a la valentía demostrada por su mujer. (resumen de Las mujeres son guerreras)
Enlace al libro de la mujer en tiempos de la cruzada
https://books.google.fm/books?id=ZxE4DXFmpUQC&printsec=frontcover#v=onepage&q&f=false