¿Mujeres arqueras cristianas en las Cruzadas?

Leyendo el libro With a Bended Bow: Archery in Mediaeval and Renaissance Europe de Erik Roth me ha sorprendido mucho que hable de una mujer arquera entre las tropas cristianas.

Roth cita a un tal Baha ed Din: “‘Behind their wall,’ he was told, ‘There was a woman, covered with a green mantle, who kept shooting arrows with a wooden bow. She wounded several of us. She was finally overcome by several men. We killed her and brought her bow to the sultan. He was amazed at this happening.’”

En una nota al pie de página explica que “Baha ed Din was Saladin’s chronicler. This incident occurred during the Christian siege of Acre, which was the beginning of the Third Crusade in which King Richard the Lionheart challenged Saladin.”

No dice más. ¿Alguna información más o pista sobre el tema?

Gracias

He encontrado algo mas:
Régine Pernoud en su estudio “La mujer en tiempo de las Cruzadas” describe varios casos, las esposas de los normandos de Sicilia o el Margrave Ida de Austria, que en en 1101 tomará las armas y partirá junto al duque Wolfe de Baviera hacia Palestina, como refleja . En el mismo texto, se expresa que aunque la mayoría de las mujeres realizan labores de apoyo, proporcionando agua, curando a los heridos o animándoles en el combate y en la defensa como cuenta el Anónimo de la Primera Cruzada, también encontramos en las crónicas, relatos de hazañas militares realizadas por mujeres como el ocurrido en el sidio de Acre en 1191. En el que una arquera no dejó de lanzar flechas mortales, que alcanzaron a numerosos sarracenos, y no cesó de disparar hasta que fue abatida por los musulmanes y su arco llevado al sultán Saladino. Del mismo modo encontramos a una defensora en el castillo de Burzey, que dirigiendo su manganel dejo fuera de combate a los operarios de las balistas que asediaban la fortaleza. Las mujeres aparecen tanto defendiendo como atacando una fortaleza en las ilustraciones de una Historia universal realizada en San Juan de Acre en 1285. Como último botón señalar a Margarita de Provenza, esposa de San Luis, que le acompaña en su viaje a Tierra Santa, en lo que se conocerá como octava Cruzada. Como curiosidad Pernoud apunta que la reina se hace acompañar no de un médico, o un “mire” como se le denominaba en aquella época, sino por una “miresse ”, porque aunque nos resulte poco conocido, parece que en aquella época había un número importante de mujeres que ejercen el arte de la medicina, tantas como para que exista un término que las defina, vocablo femenino para las “mujeres medicos”. Siguiendo a esta investigadora, sabemos que el 6 de junio de 1249 los francos desembarcan en Egipto, y los cruzados toman Damieta tras ser abandonada por las fuerzas musulmanas. San Luis se pone en marcha hacia El Cairo, dejando a su mujer Margarita la custodia de la ciudad de Damieta, estando embarazada. Con ella quedaron las demás mujeres que viajaban en la expedición. Tras una serie de contratiempos y bloqueos las fuerzas del rey Luis IX son vencidos, los supervivientes se rinden, y el mismo rey es hecho prisionero en abril de 1250. Margarita por aquellas fechas había dado a luz a un hijo, que llamaría Juan y apodado “Tristan” por el gran pesar de la época en la que nació. Damieta era la moneda de cambio para liberar el rey francés, pero las escuadras italianas que permanecían en la ciudad estaban dipuestas a abandonar la ciudad viendo que la suerte se les presentaba adversa. Margarita aún en su lecho dispuso todas las medidas a su alcance, sufragando todos los gastos con el fin de poder mantener la ciudad de Damieta hasta negociar su devolución al Sultán a cambio de la vida de su marido y del resto de cautivos. Pero no solo de la valentía de las mujeres hablan los textos, también de su inteligencia, relata Maurice Keen que Conrado III en el asedio de Weinsberg en 1141, intento hacer prisioneros a sus defensores, pero aceptó que las mujeres saliensen de la ciudad sin daño para ellas con todo lo que pudiesen cargar encima suyo. Ante este ofrecimiento, ellas decidieron salir a cuestas con sus hombres. Para terminar acudimos a un último ejemplo mas cercano a nosotros, hablamos de Jimena, la viuda del Cid. y Señora de Valencia desde la muerte de su esposo el 10 de julio de 1099, según hace constar Martínez Diez en su estudio “El Cid histórico”. Al final del verano de 1101 los almorávides del emir Mazdali procedieron a sitiar la ciudad, las fuerzas cristianas bajo el mando de doña Jimena resisten los asaltos. En marzo la Señora de Valencia envía al rey Alfonso VI una embajada presidida por el obispo don Jerónimo, solicitando auxilio. Siete meses aguantó doña Jimena sola, los embites de los almorávides, hasta que llegaron las fuerzas de refuerzo con el propio rey al frente. Los almorávides levantaron el asedio pero se instalaron en Cullera. Informado de la situación y viendo la dificultad de poder defender por largo tiempo una ciudad tan alejada de las bases cristianas, en mayo de 1102 el rey castellano tomó la decisión de abandonar la ciudad y ordenar la retirada hacia Castilla. Algunos estudiosos opinan que el papel activo de doña Jimena liderando las tropas que defendían el principado de Valencia, pudo ser el origen del relato recogido en un romance de la victoria del Cid después de muerto, como homenaje a la valentía demostrada por su mujer. (resumen de Las mujeres son guerreras)

Enlace al libro de la mujer en tiempos de la cruzada
https://books.google.fm/books?id=ZxE4DXFmpUQC&printsec=frontcover#v=onepage&q&f=false

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Una mujer que se une a la cruzada vestida como arquero, un aprendiz de cirujano, discapacidad… La visión que de la Tercera Cruzada ofrece la historiadora -especializada en Protohistoria y Antigua- y arqueóloga alemana Juliane Stadler en su primera novela, La corona de los cielos (traducción de Jorge Seca, Suma de Letras, 2022), puede no ser la habitual, pero sí que encaja en la Historia. La autora ha recogido evidencias, menciones y restos para conformar una visión que pone el acento en otras miradas aun manteniendo la épica e intensidad que piden estos grandes novelones. Como la idea de la mujer arquera, que se basa en las menciones a una, con túnica verde, que se hizo célebre en el sitio de Acre y cuyo arma fue entregada a Saladino como trofeo de guerra.

Gracias por la referencia de la novela.

Respecto a la cita “Las mujeres aparecen tanto defendiendo como atacando una fortaleza en las ilustraciones de una Historia universal realizada en San Juan de Acre en 1285”, me pregunto en qué biblioteca o archivo estará el manuscrito.

Creo que en el libro está…La mujer en tiempos de las cruzadas - Régine Pernoud - Google Books

También, hay el libro dedicado a la mujer caballero que habla de esto.

Chevaleresses, une chevalerie au féminin de Sophie Cassagnes-Brouquet

Les chevaleresses participent aux croisades

En plus de protéger leurs terres bec et ongles, les chevaleresses accompagnent leurs hommes, maris et fils, en croisade. Parmi les femmes de haut rang, Marguerite de Provence suit son époux Louis IX (futur Saint Louis) en Egypte lors de la croisade de 1248. Le 7 avril 1250, l’armée croisée et le roi sont faits prisonniers à Mansourah par le sultan. Marguerite, restée à Damiette (place forte à l’entrée du delta du Nil), accouche de son sixième enfant quelques jours plus tard. Qu’à cela ne tienne ! Depuis son lit, elle mène les négociations et réunit l’argent nécessaire pour payer la rançon et faire libérer son mari.

Parmi les croisées, les femmes de petite noblesse sont nombreuses. Au cours de la première croisade (1096-1099), au siège de la forteresse d’Arcas, elles creusent un fossé en évacuant les déblais dans leurs jupes pour faire tomber une tour d’enceinte. En 1190, en pleine préparation du siège de Saint-Jean-d’Acre (troisième croisade), un groupe de femmes se charge d’égorger les prisonniers d’une galère sarrasine. Etre tués par des femmes rend leur mort encore plus humiliante. Toujours au siège d’Acre, une femme mortellement blessée par une flèche alors qu’elle comblait un fossé prie son mari d’utiliser son corps comme bouclier. A la même période, le moine cistercien Thomas de Froidmont restitue les aventures de sa sœur Marguerite de Beverley partie en croisade, qui arrive à Jérusalem en 1187 et se bat pendant une quinzaine de jours : « Je portais un pectoral comme un homme ; j’allais et venais sur les remparts un chaudron sur la tête en guise de casque. Bien que femme, j’avais l’apparence d’un guerrier, je portais une arme ; et bien que remplie de peur, j’apprenais à cacher ma faiblesse. » https://www.caminteresse.fr/histoire/chevaleresses-les-chevaliers-au-feminin-11176264/
Chevaleresses: une chevalerie au féminin - Sophie Cassagnes-Brouquet - Google Libros

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